viernes, 13 de agosto de 2010

ANIVERSARIO DEL DOLOR EN ITUANGO

En diciembre del 2008, la Caravana del Retorno por la Vida, la Paz y la Esperanza, organizada por la Colonia de Ituango en Medellín, rindió homenaje a quienes murieron y sufrieron con el atentado del 14 de agosto. En la gráfica se descubre la placa que para el efecto se instaló en el lugar del infausto suceso.



Hace dos años Ituango vivió uno de los días más aciagos de su historia reciente. El atentado del 14 de agosto del 2008 nos duele en lo más profundo. En este nuevo aniversario recordamos con tristeza a nuestros muertos: Alberto Calle Gallo, el funcionario de mil batallas, aguerrido luchador, buen padre, buen hijo, buen hermano. Los jóvenes Cristian Camilo Cossio, Juan Guillermo Osorio Uribe y Camilo Pineda Galeano, llenos de sueños e ilusiones, que ese año sacaban sus grados de bachillerato; el joven bombero voluntario José Alejandro Arias Valencia, quien desde su labor aportaba a una comunidad que lo reconocía y lo quería; y el campesino de La Georgia, Iván Darío Henao, con su humilde aporte desde el campo por el progreso de nuestro pueblo. A ellos, paz en sus tumbas. A sus familias, de nuevo nuestra solidaridad y acompañamiento.

Queremos compartirles una sentida oración escrita por el padre Ernesto Gómez hace un año, en el 2009, cuando conmemoramos en Medellín el primer aniversario de esta triste fecha:

"ANIVERSARIO DEL DOLOR EN ITUANGO

Distinguidas familias e integrantes de la Colonia de Ituango residente en Medellín, mi saludo colmado de aprecio y admiración para con todos Ustedes; mi agradecimiento sincero por el derroche de bondad, simpatía y afecto con que siempre me han honrado tanto Ustedes como los que viven en Ituango.

Hace justamente un año Ituango celebraba en medio de orquestas y conciertos, espectáculos y diversiones, las tradicionales fiestas de la Ituanguinidad, donde todo habla de abrazos, de re-encuentro; de integraciones armoniosas entre propios y extraños, entre campesinos y personas del pueblo y la ciudad; donde todo es disfrutar de alegría y sonrisas en parques y calles de ese acogedor y siempre muy querido Municipio Antioqueño.

De repente, el sonar estruendoso y devastador de una bomba cambia vertiginosamente la realidad: lo que hace un segundo era aclamación de alegría y júbilo, se convierte en ayes lastimosos de horror y pánico; los rostros alegres y sonrientes empalidecen y los suspiros desgarradores y las lágrimas que escapan por sus mejillas son reflejos fieles del espanto y del terror que allí se vive; lo que era clara manifestación de vida y de celebración festiva, se convierte en noche de cadáveres y de cuerpos heridos y mutilados; la paz y armonía reinantes, se convierten en el caos, desespero e impotencia y angustia de quienes temblorosos y atemorizados, viven esos trágicos ; la peatonal, calle alegre y festiva, calle de grandes encuentros y celebraciones, calle donde ni siquiera existe el temor de un carro o moto estropeen a sus visitantes, se convierte en el corazón de la muerte, el dolor, el espanto, la destrucción; calle de donde muchos huyen aturdidos por el estrépito de la bomba y empujados por el temor y pánico colectivos...

Pero... igualmente esta calle peatonal se convierte al instante en el epicentro de la solidaridad y de la caridad intensamente vividas; allí acuden solícitas las Instituciones y Entidades, Empresas, Familias y Personas que tienden sus brazos para auxiliar cuidadosamente a tantos heridos, fracturados, mutilados; para recoger con asombro y dolor los cuerpos o, más triste y lamentable aún, algunas partes del cuerpo, de quienes acaban de morir; para alentar y ayudar a los enfermos y sus familiares; para consolar y servir de apoyo a quienes desfallecen de dolor por la muerte de sus seres queridos.

Ituango, vestido hasta esa hora de fiesta, se cubre entonces con la sombra de la sangre, la muerte, el dolor y el llanto. Las vías desde La Peatonal hasta El Hospital se convierten en ríos de personas, que movilizan enfermos y heridos, que indagan por sus seres queridos; personas que andando y sirviendo, caminando de un lugar a otro dan escape al cúmulo de angustia y nerviosismo que los invade.

Las alarmas se disparan y al Hospital llegan los profesionales de la salud, enfermeros, empleados y muchos voluntarios que ponen todo su afán e interés y conocimientos médicos al servicio de tantos enfermos, algunos de ellos ya en la agonía final.

Hoy, conmemoramos el primer aniversario de esa fecha luctuosa y dolorosa: lo hacen en Ituango por medio de Celebraciones religiosas: a las 3:00 P.M. han celebrado la Santa Misa en el Tempo Parroquial de Santa Bárbara y en estos precisos momentos están en una marcha multitudinaria rezando el Santo Rosario por las principales calles de la ciudad para finalizar en La Peatonal: nostros lo hacemos desde aquí con esta Celebración Eucarística.

Tanto en Ituango como aquí fervientes imploramos al Señor, vencedor de la muerte, que mantiene en alto la bandera de la Resurección y de la Vida, el descanso eterno y la vida bienaventurada para quienes murieron esa noche. Paz en la tumba para Alberto, Juan Camilo, Iván Darío, Juan Guillermo, Cristian Estiven y José Alejandro; nuestro recuerdo y gratitud para con ellos es imborrable. Igualmente, pedimos por quienes aún no se han recuperado totalmente en su salud, para que tengan el valor suficiente de soportar las limitaciones físicas y la angustia a que pueden verse abocados por ellas; muchos de quienes estaban en aquel lugar "volvieron a nacer esa noche", y Dios Nuestro Señor y la vida les brindan nuevas oportunidades para su realización personal.

Pido muchas Gracias y abundantes Bendiciones celestiales para Ituango: que el Ituanguino conserve el tesón y la valentía que lo ha caracterizado; que continúe guiado por el faro de la Virtud y el anhelo del progreso que ha iluminado su sendero; que la solidaridad y fraternidad sigan siendo su distintivo particular; que la paz del Señor habite en todos y cada uno de los Ituanguinos".
".

NOTA: Reiteramos que esta hermosa y sentida reflexión fue escrita por el padre Ernesto Gómez el 14 de agosto del 2009, cuando se cumplía el primer aniversario de la luctuosa fecha.



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